El caballero, desesperado, decide luchar. Se considera buen estratega y peleará hasta el final, aunque sabe que, con mucha probabilidad, no podrá ganar. La Muerte, su contraria, no admitirá treguas: “ Es lo que todos decís ”, responde, “ pero yo no concedo prórrogas ”. El hombre piensa en su vida lejos del hogar, en el tiempo perdido, en lo que debió hacer y no hizo. Librará su última batalla con valor y astucia, pero sin suerte. La Muerte conoce bien las reglas básicas: “ Toda batalla se basa en el engaño. Si tu enemigo es superior, evítale. Si tu enemigo está enfadado, irrítale. Si estáis igualados, combate. Y si no, espera y recapacita .” Wall Street (Oliver Stone, 1987)