Lo que regaló Napoleón a Josefina cuando conquistó Baviera. La luz descompuesta en colores infinitos, la música del agua, el inicio de la vida. O la vida misma. A veces algo tan sencillo como el arrullo del agua hace que despierten todos los sentidos. Biktor (¿se escribirá así?) porta una promesa en una lata de cacahuetes. Un sueño. El camino fue largo, la espera, aún más. Como la vida. Las cosas suceden así. A veces merece la pena esperar y disfrutar cada minuto, aunque sea en medio de la nada o, lo que es lo mismo, en medio de la multitud que no lee, que no ve, que anda su camino sin pensar en nada más.
Lo más valioso. Querer y sentirse querido. Lo único que merece la pena en este mundo tantas veces invadido por el egoísmo. Todo lo que no sean aquellos a quienes amamos y que nos aman, es la nada, polvo y aire.
A veces las cosas se tuercen y todo parece perdido. Entonces el ser humano obra un milagro: encuentra un resquicio, una puerta a la ilusión. Si hay algo que tenemos en común, independientemente de la situación que vivamos, es nuestro sentido del humor. Y al final las cosas salen adelante ¿Cómo? Es un maravilloso misterio.
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